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¡Hablemos de conducta!

Nos comportamos normalmente cuando ponemos en práctica nuestros valore y principios.

En general, es más fácil definir lo anormal, que definir lo que es normal. En parte porque la normalidad incluye aspectos psicológicos, culturales y sociales que influyen en nuestra conducta.

En general, a la conducta normal no se le da atención porque es lo más común, la mayoría de nosotros nos comportamos de una manera “normal” la mayor parte del tiempo.

En otras palabras, nos comportamos normalmente cuando ponemos en práctica nuestros valore y principios, valores y principios que se han trasmitido en nuestra cultura de generación a generación.

¿Entonces la pregunta, que hace a una persona normal una persona de valor?

La respuesta es sencilla, SUS VALORES.

¿Pero cuales valores?, nuestra capacidad de dar, de querer, de respetar, de proveer, de agradecer, de ser amable, de tener compasión, de tener integridad, de tener lealtad, honestidad, creatividad, motivación, eficiencia, y todos los demás valores específicos para ciertas culturas.

Mientras estemos viviendo, aplicando estos valores podemos decir que estamos tratando de vivir con una conducta normal y como personas de valor.

Las posibilidades de comportarnos con conductas anormales son inmensas. La conducta anormal se puede presentar por situaciones biológicas, psicológicas y sociales, o una combinación de estas.

Visto de otra manera. Podemos nacer con problemas genéticos que nos llevan a conductas anormales, podemos tener problemas de desarrollo o trauma psicológico que impacta nuestra habilidad de manejar situaciones de estrés, podemos tener presiones culturales o sociales que nos llevan a no poder manejar nuestra conducta. Con mas frecuencia, los problemas de conducta anormal son mixtos.

Sin entrar en discusión de enfermedades específicas como la depresión, la ansiedad y los problemas de pensamiento, podemos decir que, para reconocer una conducta como anormal, hay ciertas cualidades que debemos buscar, pero en síntesis, se trata de que la conducta sea intensa, frecuente y nos impida vivir nuestra vida y función diaria. Por ejemplo, entre otros, que nos impida trabajar, completar nuestros cuidados básicos como higiene y alimentación, que impacte nuestras relaciones o afecte nuestra salud.

En otras palabras, los episodios de conducta son intensos, se repite frecuentemente, y duran por largo tiempo, si son en respuesta a estrés, la respuesta es desproporcionada al estrés, y nos afecta la vida diaria de una manera profunda.

Usaremos la ansiedad como ejemplo:

La ansiedad en una respuesta normal al estrés, y hasta cierto punto genéticamente predeterminada, en otras palabras, nacemos con la capacidad de experimentar ansiedad.

Básicamente, es nuestra señal de alarma para protegernos de situaciones de peligro. Es nuestra respuesta al estrés.

En situaciones de peligro mayor, por ejemplo, si estas en la presencia de una fiera que te puede hacer daño, si tener que pensarlo, tu cerebro va a reaccionar con ansiedad, para ayudar a protegerte.

Tu corazón empezara a palpitar más rápido para mandar más sangre a tus piernas preparándote para correr, tu respiración aumentara para darle más Oxigeno a tu sangre, tus pupilas se harán mas grande para poder enfocarte mejor, tú boca se secará para prevenir que te ahogues con tu propia saliva, y en ese momento de ansiedad severa, no podrás orinar o defecar (No es conveniente orinar o defecar cunado estas corriendo).

Esta ansiedad, casi inconsciente, es normal es respuesta a una situación que pone nuestra vida en peligro, y los mamíferos la manifestamos de maneras ligeramente diferente.

Ahora, imagínate que esa reacción de terror y protección que sientes cuando tu vida está en peligro, ocurre sin razón. Eso es lo que podemos llamar un ataque de pánico.

La ansiedad normal es cuando tenemos una razón para mortificarnos y nuestra mortificación no afecta nuestra vida diaria.  De hecho, un poco de ansiedad nos mantiene enfocados en la anticipación y solución de problemas diarios.

Lo que llamamos ansiedad patológica o ansiedad generalizada, es cuando nos mortificamos por todo sin razón, y las mortificaciones son tan intensas que afectan nuestra vida diaria y nuestras relaciones con otras personas.

Recordemos, que, con frecuencia, nosotros somos los jueces más estrictos y rígidos de nosotros mismos.

Es importante que aprendamos a reconocer nuestra normalidad, y nuestras conductas anormales, para aprender a manejar nuestras conductas anormales de una manera menos destructiva.

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About the author

Dr. Lauro Amezcua-Patino

Dr. Lauro Amezcua-Patino is the clinical voice of The Only You (Solo Tu), a Podcast dedicated to simplifying the complex issues of the mind and mental illness. Originally from Mexico, he has been in clinical practice in the Metropolitan Phoenix Area for over 30-years.

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